Cuando mi aventura al bar martini terminó, encontré casi enseguida la oportunidad de irme a pasar todo el verano en Toscana, trabajando como fotografo de un hotel village, con capacidad de ochocientas personas.
Al principio, estaba confundida, la idea me asustaba, si, Toscana no era demasiado lejos, podría ser peor, eran cuatro horas de distancia de casa, en coche, pero dejar mis amigos, mi novio, la comodidad de casa, por una experiencia del genero aunque me resultaba curiosa, no me entusiasmaba al principio..
Luego hablando con Claudio, sopesando los aspectos positivos y negativos que tendría en el ambiente laboral y como persona, resultaron ser más pros, que contras.
Al final eran dos meses y medio de verano, que pasarían rapido ya que estaría siempre trabajando, haciendo el trabajo que me gusta, y cogiendo experiencia para un futuro, y en cuanto a nosotros, encontrariamos la forma de vernos de vez en cuando aunque fuese poco, ya que el trabajaba muchísimo durante el verano también.
Las primeras dos semanas, fueron un poco angustiosas, los cambios me matan, soy una persona tremendamente comoda, y si me dices comodo y feo o bonito y nuevo, siempre preferire el primero.
Menos mal que también soy determinada, y exigente conmigo misma, y al final me propongo algo y lo consigo (normalmente)
Era undesafio, volver a los años de instituto, comapartir habitación con tres chicas jovenes, que habrían acabado el instituto aquel año, y trabajarían como animadoras, como primer trabajo de sus vidas, con la habitación hecha una pocilga, comida, residuos etc Yo nunca fui una persona ordenada, pero esos extremos los dejé atrás hace unos años.
El trabajo era estupendo, aunque fuesen quince horas de trabajo al día más o menos, con el descanso para comer, cenar y ducharte, no era demasiado agotador, ya que trabajabas en la playa, con gente relajada, con ganas de divertirse, en un ambiente muy dinamico. Viniendo de una ciudad como Milán, valorizas mucho más estas cosas, he pasado dos veranos en ciudad, y la gente está estresada, amargada, y tu sueñas con ver el verde, el mar, respirar aire puro, y allí tenía todo eso y mucho más.
Como decía las primeras semanas fueron duras, porque me costó trabajo acostumbrarme y coger el ritmo, en modo que el unico aspecto positivo que veía era la comida.
Todos los que me conocen saben que una puede parecer estirada pero cuando me ponen un buffet delante, me vuelvo loca. Y allí teníamos comidas exquisitas desde por la mañana, hasta la noche.
La dinámica de trabajo, era muy nueva para mí, acostumbrarse al "ritmo-hotel";
Tienes que saludar a todo el mundo, desde los clientes, hasta la señora que limpia, el señor de mantenimiento, bar... Sonreir siempre, y hablar con toda confianza con los clientes, mostrandote ameno, abierto y social con todo tipo de personas, para luego persuadirlos a ser fotografados en diversas posturas, juntos separados, hijos, hermanos, padres, todos.
Al principio me sentía una testigo de Jeobá, iendo tumbona por tumbona, preguntandole a la gente por sus vidas, sus vacaciones, sus trabajos, sin conocerlos de nada y observando como me miraban esperando a que les vendiera algo.
Cuando finalmente entendó el "mood" que tenía que adoptar y la dinámica del juego, empezó a resultarme más facil, empecé a tomarmelo menos como algo personal. Y empecé a fotografar a todos, y a vender las fotos que hacíamos yo y mi compañero.
Después todo fué genial.
Descansabamos solo el sabado, por la tarde desde la una hasta las nueve, esa unica tarde libre, la dedicaba a ir andando hasta la ciudad de Follonica, que estaba a cuatro kilometros de nuestro hotel, ya que este estaba en el mar dentro de una pineta preciosa en las afueras de la pequeña ciudad.
Me compraba un helado, y me daba un paseo, saciendo mi sed consumista con una unica tienda de ropa que había, que encima era solo de ropa interior.
Empecé a conocer la pronunciación de la región Toscana, sus costumbres, sus gentes..hicimos un grupito de amigos yo y mi compañero, salimos alguna que otra vez juntos.
Y el tiempo pasaba.
Al final del mes de julio recibó un sabado la visita de Claudio, el pobrecito venía en tren, y se hizo cuatro de ida y cinco de vuelta, para verme solo tres horas y media aquel sabado y el siguiente, después no pudo venir más porque en agosto, todos iban de vacaciones y el tenía que quedarse en la boutique, sin descansar, solo los domingos( y porque cerraban)
Empecé a estar mal del estomago, al principio una vez cada dos semanas, y luego cada vez más amenudo, seguramente por la gran cantidad de manjares que me pegaba, pero poco a poco empecé a comer menos y a medir lo que comía.
Los aniamdores eran muy simpáticos pero, vivían tan intensamente sus quince horas de trabajo con social-life, que cuando los veía durante los descansos, estaban destruidos, y con pocas ganas de socializar.
Aprendí a reencontrarme conmigo misma, a apreciar el tiempo.
En la habitación jamás funcionó la tele, y no teníamos internet, así que volví un poco a años atrás donde mi tiempo libre lo ocupa, leyendo, escribiendo o pintandome las uñas.
Con el tiempo mejoré mi fotografía, no puedo aún considerarme una fotografa, porque los conociemientos basicos nunca me fueron enseñados, y aprendo lo que sé, viviendo poco a poco con atención y fascino.
Mi compañero Miguel, me enbseñó todo lo que tenía que saber de aquel tipo de trabajo, me enseño a mejorar y pulir defectos, aunque me costase trabajo.
Al final fue una satisfacción, el momento en el que vi como familias, venían a comprar las fotos que yo había hecho, sentías como tu trabajo venía valorizado, era una sensación fantástica. Que jamás pensé sucedería semanas antes.
Mi permanencia estubo llena de flashbacks familiares, al estar ordeada de familias, no pude evitar pensar constantemente en mi familia, en la familia que tendré en un futuro, en mi pasado, en mis vacaciones familiares de toda la vida, valoré todo lo que mis padres, tios y abuelos hacían por reunirnos cada verano, y pasar tiempo juntos, recuerdos llenos de melancolía, que me hicieron acercarme a mis raices un poco más...
Mi contrato terminó a fines de agosto, y pasé mi ultima semana nerviosa, ya con ganas de volver a casa, pero al mismo tiempo, disfrutando cada momento que me quedaba de aquella experiencia.
Cuando cogí el tren, hacia Milán, miré por última vez aquel pueblecito Toscano, lleno de recuerdos, y solo sentí calma y satisfacción mientras el tren partía.
Atardecer en la playa (cuando volvía del hotel para ir a ducharme cada día)
Casita para niños llena de juguetes, que encontrabas cerca de la playa, propiedad de un señor que adoraba a los niños pequeños, a mi siempre me inquietó
Mis compañeras de habitación cuando no tenían ganas de dormir
Rebanada de pan pugliese, con queso y salchichón picante, que comiamos los sabados.
Un pequeño almuerzo que me pegué un día que no tenía ganas de comer en el hotel
Una foto que vendí en A3 de un perro siendo lavado
Mi helado de los sabados, Yogurt+Frutos del bosque+ Arandanos, frambuesas, moras y sirope de frutos del bosque ¡Bomba!
Atardecer en la playa
Paki, la mascota de la animación, por la cual todos los críos enloquecían
Mi gordi cuando vino a visitarme.
Compartiendo vicios del sabado con mi gordi.
Haciendo fotos durante el tiro al arco.
Haciendoles fotos a las familias a la entrada del restaurante
Mi animador preferido, Marco del tiro al arco
Una de las fotos que Miguel me hizo en la playa.
Paparazzi en piscina, ninguno se salvará...
Nubes rosas
Debajo del puente (premonición?)
Bis
Grupeto
Estupenda esta foto, me gusta mucho
Kevin, uno de los perros a los que fotografaba
Y colorín colorado, cerramos este episodio/experiencia de la vida, para comenzar otro seguramente mucho menos relajado.
Un beso enorme a todos!
Muy bueno tu resumen del verano,desde pequeña has sido buena escritora y es algo que deberías cultivar.No obstante cuando vengas ,como profe ,te corregiré algunas faltas.Se te está olvidando el español.A por la nueva etapa ! Un beso
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